La ciberseguridad es el conjunto de medidas y prácticas adoptadas para proteger ordenadores, redes, programas o sistemas frente a ciberataques. Estos ataques pueden adoptar la forma de malware, denegación de servicio, robo de datos, acceso no autorizado o manipulación de datos, y cualquier otra acción maliciosa.
Si bien un ecosistema de ciberamenazas en constante evolución transforma y modela las funciones de la ciberseguridad, la base de la ciberseguridad es siempre proteger la información y los sistemas de las ciberamenazas dañinas.
Los gobiernos, las organizaciones sin ánimo de lucro y las empresas comerciales de todo el mundo se enfrentan a violaciones de la seguridad de los datos por parte de ciberatacantes y actores con fines económicos que buscan sacar provecho de datos obtenidos ilegalmente. Muchos de estos ataques se cometen mediante ransomware, ataques de eliminador, manipulación de datos, robo de propiedad intelectual y datos de identificación personal, software no autorizado y phishing. Sin embargo, con el auge del aprendizaje automático y la aparición continua de nuevas tecnologías como la nube, las aplicaciones sin servidor y el Internet de las cosas (IoT), la variedad de ataques se expande rápidamente, se vuelve más sofisticada, organizada y más difícil de detectar. Muchos de los dispositivos y la tecnología que utilizamos para protegernos ahora se manipulan y transforman en ciberarmas.
Los ciberataques se pueden desplegar individualmente o en combinación por varias razones y acarrean diferentes niveles de gravedad en los daños. Por lo general, hay tres categorías motivacionales principales de ciberamenazas.
Si bien los ciberataques aprovechan sus capacidades de penetración de la seguridad, su éxito depnden en gran medida de errores humanos. Los simples descuidos o los pequeños errores cometidos por los usuarios pueden tener grandes repercusiones si se desencadena un ciberataque que se propague rápidamente a otros endpoints. Esto significa que todos, no solo el departamento de TI, deben comprender la importancia de la ciberseguridad. Por lo general, los ciberdelincuentes no precisan de sofisticadas habilidades de hacking para penetrar en las redes corporativas. Solo necesitan aprender a engañar a los empleados para que abran enlaces y adjuntos de correo electrónico no seguros. Por lo tanto, los empleados se convierten en objetivos principales para los ciberdelincuentes, ya que se consideran la puerta de entrada a la red de una organización.
Los empleados tienen mucho poder a la hora de proteger los datos de una organización. Las notificaciones de los empleados son el método más habitual para que las empresas detecten ciberataques. Esto pone de manifiesto que los empleados deben recibir la formación adecuada sobre cómo identificar ataques para combatir las amenazas entrantes. El desarrollo de una cultura de seguridad de la información sólida también puede ayudar a formar a las personas sobre los pasos necesarios que deben seguir para mantener seguros sus dispositivos personales y profesionales. Pueden convertirse en la primera línea de defensa y no en el eslabón más débil de la organización.
Incorporar la seguridad en la visión y los valores de la empresa es un primer paso importante para involucrar a los empleados. Además, las empresas deben adoptar tecnologías que faciliten, en lugar de entorpecer, el trabajo de los empleados. Esto les motivará a tomar decisiones más inteligentes con respecto a la seguridad informática y la ciberseguridad en lugar de buscar soluciones fáciles pero potencialmente dañinas.
Las soluciones de ciberseguridad funcionan en capas para crear una postura de defensa sólida contra los riesgos potenciales. Por lo tanto, estas soluciones deben poder integrarse y comunicarse entre sí para tener una visibilidad completa de extremo a extremo del panorama de amenazas Históricamente, las organizaciones han adoptado un enfoque reactivo para combatir las ciberamenazas mediante el uso de varias tecnologías de seguridad aisladas. Lamentablemente, este método es caro, complejo e ineficaz a largo plazo. Dado que afecta a múltiples dispositivos, personas y organizaciones a nivel global, es clave tener una infraestructura de ciberseguridad abierta y proactiva para proteger, detectar, corregir y adaptarse a la continua evolución de los ciberataques. En entornos no integrados, las amenazas pueden encontrar el eslabón más débil y penetrar instantáneamente, propagándose por el resto del sistema. Y, debido a que estos entornos no integrados no tienen herramientas, gestión y control de directivas comunes, encontrar la amenaza antes de que infecte otras partes del sistema también es problemático.